Los seres humanos siempre hemos querido entender cuál es nuestro origen, nuestro lugar en el Universo y que es lo que nos depara el futuro. En la búsqueda de las respuestas a estas interrogantes, las personas han mirado hacia el cielo y se han maravillado con la inmensidad del cosmos.
La astronomía, hoy en día transformada en astrofísica, es una ciencia que ha evolucionado junto con la humanidad. Sin embargo, su desarrollo no ha sido lineal ni ha estado exento de polémicas. Un ejemplo claro es el Gran Debate, un evento de discusión y debate que tuvo lugar en la década del 20, cuando aún no se tenía claridad de la existencia de otras galaxias, fuera de la nuestra.
El gran debate inició el 26 de abril en 1920, en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano, y fue protagonizado por Harlow Shapley un astrónomo estadounidense, quien determinó la distancia a los cúmulos globulares y descubrió que la Vía Láctea era mucho más grande de lo que se creía hasta entonces, gracias al descubrimiento de la relación periodo luminosidad de las estrellas cefeidas de Henrietta Swan Levitt, pero que defendía la idea de que nuestra galaxia era única, y por Heber Doust Curtis, un astrónomo estadounidense, famoso por defender la idea de que existían otras galaxias aparte de la nuestra.
Hasta la década del 20, se sabía que nuestro planeta formaba parte del Sistema Solar y que este era parte de la Vía Láctea. Además, se sabía de la existencia de cúmulos estelares y de algunas nebulosas pero, lo llamativo fue que algunas de estas nebulosas parecían tener una estructura en espiral definida. En esa época se pensaba que Andrómeda, nuestra galaxia vecina, era una nebulosa que formaba parte de nuestra propia galaxia y que nos orbitaba. Bajo este contexto, Shapley defendía la idea de que el Universo observable no llegaba más allá de la Vía Láctea, defendiendo incluso la idea de que Andrómeda estaba cercana al Sistema Solar. Mientras que Curtis era defensor de la idea de que Andrómeda era un sistema externo a nuestra galaxia y de naturaleza similar. Los argumentos de Curtis se basaron en la observación de novas en Andrómeda, las cuales parecían indicar que estos objetos no estaban conectados gravitacionalmente a nuestra galaxia y que formaban parte de otro sistema independiente.
Durante al menos 5 o 6 años el debate continuó, hasta que cerca de 1926 Edwin Hubble, gracias a que Henrietta Swan Leavitt detectó cefeidas y otras estrellas variables en Andrómeda y otras “nebulosas” similares, pudo medir la distancia de estos objetos y confirmar su naturaleza extragaláctica, descubriendo que el Universo se extendía más allá de los límites conocidos e imaginados hasta entonces y que existían otras galaxias fuera de la nuestra.
Motivado por este descubrimiento y por las observaciones de las distintas galaxias, Hubble construyó un diagrama, hoy en día conocido como secuencia de Hubble o diagrama de Hubble, el cual corresponde a una clasificación gráfica, en forma de diapasón, de los distintos tipos de galaxias de acuerdo con la forma que él logró ver en el cielo, clasificándolas en Elípticas, Lenticulares (ver Figura 1), Espirales (con y sin barra, ver Figura 2) e Irregulares. Hoy en día, sabemos que las distintas formas de las galaxias están asociadas con propiedades físicas, historias y etapas evolutivas distintas, las cuales pareciera ser que se conectan de alguna forma. Mientras que la evolución de estos sistemas está determinada por la masa y por el ambiente en el cual habitan (ver Figura 2).
El descubrimiento informado por Hubble motivó e inició el estudio sobre las galaxias como sistemas independientes, ahora la pregunta que motivaba y sigue motivando a las y los astrónomos es conocer cuál es el origen de nuestra propia galaxia y cómo será su evolución. Dado que nos encontramos dentro de la Vía Láctea, no hemos podido realizar una fotografía fuera de ella, aún no existe un brazo lo suficientemente largo como para poder tomar una selfie de nuestra propia galaxia, y así poder analizar sus propiedades. No obstante, a través del estudio y análisis de otras galaxias hemos podido formarnos una imagen de la nuestra y poder entender las piezas claves que nos ayudarán a responder a la pregunta de dónde somos y hacia dónde vamos.
Artículo por Daniela Olave-Rojas, Astrocuricó